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Camino Caminante Vereda

Category: Trabajo

Cosas relacionadas con el trabajo y los avatares que me han surgido a lo largo de mi vida laboral.

El fin de una era

En nuestra empresa hacíamos tele trabajo.  No podíamos trabajar en la empresa contratante por motivos sindicales.  Habían hecho una regularización de empleo y el sindicato se oponía con uñas y dientes a que subcontratados sustituyeran sus antiguos miembros.  Nos conectábamos a través de una VPN a la red interna del contratante.  A nuestro supervisor en la empresa contratante le gustaba saltarse a la torera las políticas de su empresa.  Casi todos los que hacían tele trabajo, únicamente podían acceder a las aplicaciones que les eran imprescindibles para hacer su trabajo.  Nosotros teníamos acceso completo a varios servidores.  Otro ejemplo saltarse las normas de su empresa era que, aún habiendo una política de cambiar regularmente las contraseñas, todos los servidores tenían la misma contraseña.  Era una palabra muy fácil de recordar.  El no se había preocupado de cambiarla en más de tres años.

Enseguida empecé a tener fricciones con el supervisor en la empresa de telecomunicaciones.    Había el típico problema de comunicación.  El supervisor en vez de dedicar el tiempo para que yo le pudiera comprender mejor, se quejaba directamente a mi jefe.  No me gustaba que no dedicara el suficiente tiempo a conseguir una comunicación fluida. No todos comprendemos lo mismo.  Me resultaba incómodo este trato.

Una de las funciones del supervisor era la de administrador de sistemas de su departamento.  La aplicación que usábamos para contactar con la VPN y administrar remotamente los servidores permite supervisar lo que se hace.  Se puede ver en todo momento lo que el trabajador remoto ve en pantalla.  Además se guarda un registro de todo lo que ha visto desde que inició la conexión en caso que haya que emprender acciones legales.  Nuestro supervisor tenía acceso a esta aplicación.  Según el nuestro analista nuestro supervisor tenía continuamente seis o siete ventanas abiertas donde monitorizaba a todos los trabajadores externos de su departamento.

Al supervisor le gustaba jactarse de que estaba vigilando en todo momento el trabajo de los externos.  Pensaría que al sabernos vigilados, no nos atreveríamos a distraernos.  Lo único que consiguió fue reducir mi calidad de vida.  Su forma habitual de decirnos que hiciéramos algo era hacer aparecer una ventanita en nuestro monitor.  Usaba un programa que es parte del sistema operativo.  En ocasiones he llegado a mantener conversaciones con el supervisor, el con sus ventanitas y yo escribiendo en un editor de texto.

Yo no tardé en llegar a la conclusión que los repetidos mensajes, ese insinuar que más me valía espabilarme en el trabajo constituían acoso laboral.  No puedo hacer nada respeto a ser vigilado, pero que se ensañen en hacérmelo saber, va más allá de lo que me gusta soportar.  Cometí un error muy grave.  A pesar de haber trabajado en la informática más de siete años, no me acordaba que la tecla de Imprimir Pantalla captura  la pantalla, permitiendo mostrar su apariencia en un momento determinado.  Si lo hubiera recordado, habría hecho una captura de pantalla cada vez que me hubiera mandado uno de sus mensajes  Si hubiera hecho las suficientes capturas habría llevado al supervisor y a su empresa a juicio por acoso laboral.

Aparte de los continuos mensajes que aparecían en mi pantalla, el primer evento que hizo insostenible mi situación ocurrió aproximadamente un mes antes que me fuera.  El analista de nuestra empresa estaba visitando al cliente.  Yo había acabado mis tareas y le había solicitado más trabajo a nuestro supervisor en la empresa de telecomunicaciones.  El supervisor estaba demasiado entretenido con nuestro analista como para asignarme ninguna tarea.    Yo mataba  el tiempo hasta que llegara la hora de irme a casa.  Al final decidí documentar algunas de las tareas que seguramente tendría que volver a hacer.  A la hora de rellenar el parte de horas justifiqué las horas que había estado inactivo como que estuve haciendo documentación.  El supervisor me estaba espiando en ese preciso instante.  Me puso uno de sus malditos mensajitos en la pantalla preguntándome que estaba documentando.  Al poco me llamó de malas maneras preguntándome lo mismo.  Yo en vez de de decirle que me pareció muy fuerte apuntar en mi parte de horas que no me habían asignado ninguna tarea, le intenté apaciguar.  El supervisor además de demostrarme que me espiaba, me humilló.

La gota que colmó mi vaso ocurrió unas semanas después.  Me habían asignado una modificación de un registro de una tabla de muchos campos en la base de datos del servidor de producción.  Era un trabajo fácil pero al modificar tantos campos, la tarea llevaba bastante tiempo y requería mucha concentración.  Al cabo de una hora, ya había conseguido hacer la tarea en el servidor de prueba.  Acabar la tarea en el servidor de producción era cuestión de copiar y pegar.  Se me fue el santo al cielo.  Aún no habiendo acabado la tarea, estaba tan contento que decidí tomarme un merecido descanso.  El supervisor, como de costumbre, me estaba espiando.  Le pareció excesivo el tiempo que tardé.  Me volvió a llamar de malas maneras.  Después de muchas vejaciones le admití al supervisor que me había distraído.

Me pillé un cabreo impresionante con la última vejación del supervisor.  Le escribí un correo electrónico a mi jefe diciéndole que no le aguantaba.  Mi jefe decidió suspender el supervisor entre el supervisor y yo.  El supervisor no trataría directamente conmigo sino únicamente a través del analista o mi jefe.  Eso no ayudó.  La semana siguiente fui al trabajo sin ninguna ilusión.   Este trabajo había pasado de ser un placer a ser una carga debido a las vejaciones que había sufrido por parte del supervisor.  Me había desaparecido la alegría de vivir.  En el trabajo, cada vez que me distraía, me entraba miedo de que el supervisor aprovechase la ocasión para vejarme otra vez.  Aún cuando yo no tenía suficientes tareas, hacía grandes esfuerzos para aparentar estar ocupado.  No ayudó que el analista pasó la semana en las oficinas del cliente.  Tuve demasiado poco trabajo. 

Yo estaba deprimido en casa.  El supervisor había podido con mi alegría de vivir.  Una amiga me notó muy bajo.  Mi psicóloga me notó muy bajo.  Yo llegué a la conclusión de que las vejaciones del supervisor me habían provocado una depresión.  Pasé el fin de semana con otra amiga.  Le conté lo que me había pasado.  Ella me dijo que consideraba mi situación una de acoso laboral.  Decidí  dejar el trabajo.  Era la primera vez que alguien me acosaba laboralmente y no lo iba a consentir.

El domingo, al regresar a Madrid, me enteré que el supervisor quería que yo fuera a las oficinas centrales.  Después de las vejaciones anteriores a las cuales me había sometido el supervisor, yo no tenía ningún interés en volverle a ver.  Antes de acostarme había tomado la decisión de dimitir.  El lunes decidí que me convendría en vez de dimitir, pillarme una baja por depresión.  Avisé a mi jefe de mis intenciones.  Le pilló desprevenido que me hubiera afectado tanto el supervisor.  Ya se había comprometido a que yo fuera a visitar el cliente.  Por desgracia para él yo no pude soportar la idea de que el supervisor tendría la posibilidad de humillarme en persona en vez de por teléfono.

La baja por depresión que me pillé no fue fingida.  El toma y daca con el supervisor me habían provocado una depresión situacional.  En otras palabras, era una depresión con una causa clara.  Me hubiera gustado mucho permanecer de baja hasta encontrar un trabajo nuevo. Por desgracia no fue posible.  La baja la pillé un lunes.  El viernes viajaba a Noruega en avión.  Si no hubiera salido del país habría seguido de baja.

Al volver de las vacaciones dimití.  Además del temor de que el supervisor me volviera a provocar una depresión, está el hecho que a mí me cuesta mucho perdonar una falta grave.  El que un supervisor me provoque una depresión a base de hacerme saber repetidamente que me estaba espiando, y además aprovechar su espionaje para humillarme con sus malas formas, lo consideré una falta muy grave.  Le guardaba demasiado rencor al supervisor para seguir trabajando en ese proyecto.  Mi empresa afortunadamente no tenía más proyectos.  Podía emprender una nueva fase de mi vida

Esto era el final de una era.  Llevaba más de seis años con la empresa que dejé.  Ya me había estado planteando dejarles durante bastante tiempo.  No eran buenos comerciales.  La mayor parte del tiempo únicamente tenían un cliente grande que les pagaba las facturas.  No eran capaces de conseguir los suficientes contratos.  Hace tres años perdieron a su único  cliente de entonces y me despidieron.  Seguí colaborando con ellos, primero en negro y luego coma autónomo.  Cuando consiguieron el contrato con la empresa del supervisor, su situación empresarial mejoró mucho.  Cuando me ofrecieron participar en el proyecto, pedí que me hicieran un contrato por cuenta ajena.  Al no haber más contratos, mis oportunidades de aprendizaje eran demasiado reducidas.  Esa era la principal razón por lo que llevaba algún año deseando dejar la empresa.  El guardarle tanto rencor al supervisor y que no hubiera más contratos fue el empujón que necesitaba para buscarme la vida.

En mi antigua empresa me han tratado muy bien durante muchos años.  Durante ese tiempo me han pagado las facturas y me han permitido disponer del suficiente tiempo libre.  Los jefes me tenían afecto y yo les tengo afecto.  No les traté bien dejándoles colgados en el último momento con mi baja por depresión seguida de mis vacaciones y mi dimisión.  No les di el suficiente aviso de que la situación se estaba haciendo insostenible para mí.  No se me ocurrió avisarles de que cada vez estaba menos a gusto en el trabajo.  Como ellos me dijeron cuando dimití, ellos me tienen el suficiente afecto para remover cielo y tierra para que me encontrase a gusto.  Cuando yo llegué a la conclusión de que estaba sufriendo una depresión por acoso laboral ya era demasiado tarde.

El Andreso  

Tres meses de infierno

El jefe de proyecto le decía a un desarrollador tras otro que se pusiera las pilas.  En cuanto les decían por primera vez que se pusieran las pilas empezaban a buscar trabajo.  Como la situación laboral era tan buena en el mundo de la informática, los tardaban muy poco en encontrarlo.    Se había establecido la rutina que el jefe de proyecto le decía a un desarrollador que se pusiera las pilas y a las tres semanas este avisaba que se iba porque había encontrado un trabajo donde le respetaran.  Había una rotación exagerada en el proyecto.  Según los rumores que corrían entre mis compañeros se habían ido un total de 12 desarrolladores del proyecto antes que entrase yo.  En los tres meses que estuve nos marchamos cinco.

Tanta rotación es una clara señal de que algo no funcionaba.  Era una clara señal de que había algo que estaba podrido en el departamento.  En una empresa tan grande como esta es lógico que haya departamentos que estén mal gestionados.  El jefe de departamento tenía mucha labia.  No sabía gestionar un departamento.  El que se fueran 17 desarrolladores de un proyecto es una clarísima señal de que algo estaba podrido en el proyecto.  El que no hicieran ningún cambio enel proyecto hasta que el jefe de proyecto estuvo de baja es una clara señal de que algo estaba podrido en el departamento.  Al jefe de departamento le pusieron a cargo de otro departamento.  Sería demasiado caro despedirle.  Quizás en el nuevo departamento no sea tan dañino para la empresa.

Entre un jefe de departamento que no quiso asignar los suficientes recursos al proyecto, un jefe de proyecto que estaba quemadísimo, y la grandísima rotación que había, el proyecto era un infierno.  Al final me tocó mi turno para que me dijeran que me pusiera las pilas.  Yo ya llevaba un par de semanas trabajando los fines de semana.  Me parecía un proyecto muy bonito.  Era una cuestión de orgullo que saliera adelante. Me sintió fatal el qué el jefe del proyecto me dijera que en su opinión yo no trabajaba lo suficientemente duro.  Me había matado a trabajar.  Y lo que me quedaba.  El que el jefe del proyecto me dijera que me pusiera las pilas significó que yo ya no estaba a gusto en el trabajo.  Me dije que estaría mejor en cualquier parte.  Me puse las pilas en encontrar un trabajo nuevo.  Le hice caso al jefe de proyecto.  El día siguiente el jefe de proyecto sufrió un accidente de tráfico y estuvo de baja un mes.  No tuve la oportunidad de expresar mi disgusto.  No tuve ocasión de mejorar mi ambiente laboral expresando mi disgusto con su gestión.

Estuvimos unos diez días sin nadie que guiara el timón.  El segundo a bordo no tenía la suficiente soltura con gente como para ser capaz de motivarnos.  Los diez días que pasaron hasta que nos asignaron otro jefe de proyecto fueron bastante más relajados.  Un compañero que había dado aviso de que se iba adelantó su partida por incompatibilidades con el segundo de abordo.

El proyecto debía haber sido entregado el día después de que el jefe de proyecto sufriera el accidente.  Tras mucho suplicar, el jefe del departamento consiguió un aplazamiento.  Era una buena escusa tener al jefe de proyecto lesionado justo antes de la fecha de entrega.  El jefe del departamento nos presionaba para que trabajásemos fines de semana y festivos.  Cometimos el error de hacerle caso.  Estuve tres meses casi sin disfrutar de ningún fin de semana para mí.  Es una experiencia que intentaré no repetir jamás.

El jefe del departamento movió viento y marea para conseguir un sustituto.  Al décimo día empezó a trabajar con nosotros el nuevo jefe de proyecto.  Daba gusto trabajar con el.  El método para que rindiéramos del anterior jefe de proyecto era continuamente manifestar que nunca estaba contento con nuestro trabajo.  Su gestión se limitaba a una interminable sucesión de fechas límite.  El sustituto sabía transmitir que valoraba nuestro trabajo.  Seguíamos trabajando como bestias.  Yo estaba ya quemadísimo.  Aún así recuerdo estas semanas con el sustituto como más positivas que negativas.  A diferencia de la gestión del anterior jefe de proyecto yo estaba a gusto, aún cuando estaba tan estresado que me costaba orinar, aún cuando yo estaba tan estresado que me costaba dormir por las noches, aún cuando me levantaba por las mañanas como un cordero que van a llevar al matadero.  La diferencia que hace saber tratar un trabajador como un ser humano, en vez de nunca estar satisfecho con su rendimiento.

Los currículos que había mandado cuando el jefe de proyecto me dijo que me pusiera las pilas empezaron a surtir efecto.  Me empezaron a llegar ofertas de entrevistas.   Ante la larga sucesión de fines de semana trabajando lancé un órdago para tener unos días de descanso entre semana.  Pensaba aprovechar estos días para ir a las entrevistas.  Concreté unas seis entrevistas para esos dos días.  Al segundo día tuve un ataque de ansiedad.  Conseguí una baja para tener otro día de descanso.  Una baja por ansiedad que fue casi el único descanso que tuve en este proyecto.El día que me incorporaba, después de la baja, también fui a una entrevista de trabajo.  Mientras iba en el autobús camino a Alcobendas, hacia el mediodía, le estaba dando vueltas a como justificar mi tardanza. No se me ocurría ninguna escusa buena.  Al final se me hizo la luz.  Como no estaba nada a gusto en el trabajo y había tardado poco en encontrar este, decidí dar aviso de que me iba.  Ya había empezado a tener entrevistas.  Yo no iba a tardar mucho en conseguir un trabajo nuevo.  Además como estaba tan harto de la presión continua, no tenía ninguna gana de seguir.  Aún tuve que trabajar otro fin de semana.
Al final conseguí una oferta en firme.  Era el lunes.  El lunes siguiente sería mi primer día de trabajo en el nuevo puesto de trabajo.  El jefe de proyecto había vuelto de su baja. Le comenté que el jueves sería mi último día en ese proyecto.  Me recordó que yo me había comprometido a quedarme otra semana.  A mí me apetecía mucho tener un día de descanso entre trabajo y trabajo.  Estando de periodo de pruebas, no tenía ninguna obligación de quedarme.  Me podía ir cuando quisiera.  Le dije que mi decisión era firme.

El día siguiente era mi antepenúltimo día.  Dos días de curro más y podía dejar ese marrón atrás para siempre.  El día laboral fue bien.  Me concentraba.  Avanzaba en mi trabajo.  Disfruté como siempre de los descansos habituales con mis compañeros.  Hacia el final del día todo se torció.  Bajé a fumar con el jefe del proyecto.  Ahí, en la entrada del edificio me dijo que en su opinión yo no trabajaba lo suficiente.  Después de los 12 festivos que había trabajado y los tres días de baja por ansiedad, me dijo que me pusiera las pilas.  El jefe de proyecto había herido mi orgullo.  Cinco minutos después se fue a su casa.  Me privo de la posibilidad de arreglar el asunto por las buenas.  Lo arreglé por las malas.

Al poco de irse el jefe de proyecto tras el bombazo que me soltó empecé a darle vueltas al asunto.  Me iba cabreando cada vez más.  Antes de irme le escribí un correo recordándole los efectos desastrosos que había tenido sobre el proyecto el que el jefe nunca estuviera satisfecho con el trabajo de sus desarrolladores.  Lo malo que había sido para el proyecto que desarrollador tras desarrollador se fuera al poco de que el jefe de proyecto le motivase.  También le recordé en el correo que yo estaba en periodo de pruebas y que me podía ir cuando quisiera.

 Andreso

Colaborar con una empresa grande

No me gusta el ambiente de las empresas grandes.  Tienen mucho dinero.  Tanto dinero que se lo pueden gastar en la seguridad, tanto de datos como del establecimiento.  Están obsesionados con este tema.  Cada vez que entraba tenía que pasar por un control de seguridad para que metiesen mis datos en el ordenador.  Muchas veces mi contacto en la empresa tenía que ir al puesto de control para, bajo su responsabilidad, permitirme el acceso.  Ir al lugar donde tenía que realizar mi trabajo suponía perder bastante tiempo.

El centro de datos además era un lugar de acceso restringido.  El día anterior a empezar mi jornada laboral tenía que mandar por correo electrónico copia de mi DNI.  Uno de los técnicos del centro de datos tenía que autorizar mi presencia.  En la puerta del centro había un interfono para comunicarse con seguridad.  Ahí, al tener problemas a la hora de pronunciar mi nombre, tardaba casi diez minutos en entrar.  Menos mal que hacia la tercera vez que salía a fumar al pasillo, ya me reconocían.

Una cosa que encontré muy irritante de esta empresa es que las comunicaciones por Internet estaban controladas.  Todo acceso a Internet pasaba por un servidor proxy contra el cual era necesario autenticarse.  El proxy actuaba de intermediario cuando los empleados navegaban.  Así podían evitar que perdiesen tiempo en asuntos personales durante las horas de trabajo.  El problema es que para todos los empleados, incluido mi contacto, controlan todos los accesos a Internet a través del servidor proxy.    

Mi contacto ha tenido problemas con seguridad ya que en varias ocasiones yo he tenido tantas conexiones abiertas a través que le han llamado la atención.  El que seguridad controle tanto el uso de Internet de todos los empleados ha tenido consecuencias negativas sobre mi posibilidad de ser productivo.  Ha habido jornadas donde para evitar problemas con seguridad se me ha prohibido el acceso a Internet.  Yo necesito Internet cuando estoy haciendo cosas que no controlo.  No tenerlo es perder el tiempo.

Las oficinas centrales están en una zona industrial a unos veinte minutos andando de una estación de metro.  El primer día que fui me perdí.  Sabía que tenía que ir al sur desde la estación de metro.  Yo salgo totalmente desorientado de los metros, y esa era la primera vez que iba.  Me orienté por el sol.  Me dije:  como el sol sale por el oeste, el sur está hacia ahí.  Ni corto ni perezoso andé con pasos decididos al norte.  Llegue con 90 minutos de retraso.

El mayor problema que he visto a la hora de colaborar con una empresa grande es que tienen presupuesto para implementar una política de seguridad.  Una cosa muy buena es que todos los días se salía a la hora justa.  Pude disfrutar de todas mis tardes al llegar temprano a casa.  Además como únicamente estaba colaborando con la empresa, podía entrar más tarde que el resto del personal.

Andreso 

Tres semanas de amargura

Proceso de instalación de cluster con RHEL para una empresa grande
Una instalación de un cluster que debía tardar dos días acabó durando casi tres semanas.  Tengo que admitir que por mi falta de conocimiento yo soy responsable por bastante de la tardanza.  Otra gran parte de la tardanza fue debida a las dificultades de obtener asistencia técnica y a las deficiencias del producto RedHat Enterprise Linux Advanced Server 2.1.

Acerca de porque yo fui elegido para hacer el trabajo de instalación no se me ha informado de la razón.  Lo único que se me ocurre es que fue debido a que hice un trabajo razonablemente bueno en el estreno de la multinacional con Linux, montando un servidor apache en un RedHat Linux 9.0 con acceso a una base de datos Oracle.

Problemas con instalación del hardware
Primero se hizo una instalación de RHEL AS 2.1 para probar las herramientas de instalación del sistema operativo proporcionadas por el fabricante.  En cuestión de una hora el sistema operativo estaba instalado, los discos duros formateados, y todo el hardware reconocido por el sistema operativo.  Como tengo poca experiencia con ordenadores de tres tarjetas de red, tardé varias horas en configurar la tarjeta de red.  Ese mismo día se decidió que convenía instalar el RHEL AS 3.0 para ver como funcionaba. Se pusieron a bajar los CDs de la versión 3.  Tuve el primer fallo en el proceso de registrar el software.  Por accidente o por no leer con suficiente detenimiento la pantalla de registro de la página de registro de software de RedHat se registró un ordenador dos veces en vez de los dos ordenadores una vez.  Esto se traducía en que había un ordenador del cluster con seis años de soporte y el segundo ordenador sin soporte.  Desde el comienzo las cosas iban mal con la instalación del cluster.

Una vez descargado el RHEL 3.0 se procedió a instalarlo.  Primer fallo, el CD de instalación de software del fabricante no instalaba correctamente el RHEL AS 3.0.  Por error mío con el software de instalación de Dell se borro la configuración de la cabina RAID.  Hubo otra instancia donde por no haber yo nunca visto una cabina RAID la apagué, desconfigurándola.

Se decidió hacer una instalación manual desde los CDs de RHEL AS 3.0.  Esta se realizó sin mayores problemas.  El principal problema era que el software de instalación insistía en utilizar el disco duro más grande que encontraba para todo: La cabina RAID.  Luego hubo los típicos problemas de configurar las tarjetas de red.  Esto era bastante más complicado que con el RHEL AS 2.1 ya que cada fichero de configuración de las tarjetas de red incluía el identificador único de la tarjeta de red.  Otra vez varias horas intentando conseguir una conectividad adecuada a la red de área local.  Una vez al final cuando se había instalado correctamente se procedió a intentar actualizar el software.  Quitando los típicos problemas que una máquina tenía seis años de soporte y la otra no tenía soporte, la actualización fue sin problemas.  Unas llamadas al servicio técnico de RedHat solucionaron el problema del soporte.

Al día siguiente se decidió instalar el RHEL AS 2.1 ya que la licencia que había contratado la multinacional con el fabricante no incluía las licencias necesarias para operar el cluster. 

Hacia el final del proceso de instalación un experto en linux de una empresa llamada Linalco, confirmó mis sospechas que todo el software de RedHat Enterprise Linux es GPL o software libre.  Si uno se descarga el código fuente y lo compila puede utilizarlo sin ninguna restricción.  Como el soporte técnico proporcionado por RedHat permitía descargarse la versión más actualizada de cualquier paquete, habíamos ya instalado el software de cluster.  Creo firmemente que las licencias ofrecidas por RedHat únicamente sirven para dos cosas: Proporcionar actualizaciones automáticas de software verificado en bastantes equipos y darle a las empresas la impresión que ya que cuesta una cantidad de dinero un poco menor que cualquier otro sistema operativo, se trata de un producto que inspira confianza.  Es un producto extremadamente estable, pero por las formas de licencia que tiene no se pueden cobrar licencias por el software, únicamente por soporte técnico.  En otras palabras es imposible piratear software de RedHat al ser todo su software libre.

Los mismos problemas de siempre configurando las tarjetas de red.  No tengo experiencia suficiente para saber que tarjeta de red está conectada donde a primera vista.  Bastantes horas con ese problema, aunque menos que las dos últimas veces.  Para mi gran alegría descubrí que la herramienta de configuración de las tarjetas de red proporcionada por RHEL AS 2.1 lo único que hacía era borrar la configuración existente.

Luego llegó la actualización del software. Con los datos que conocíamos del proxy fallaba la herramienta para registrar el sistema en los servidores de RedHat, para permitirnos posteriormente bajarnos paquetes automáticamente. La herramienta de registro no concluía satisfactoriamente la transacción.  Registraba la máquina en el RedHat Network, pero el registro no permitía actualizar los paquetes.  Haciendo varios intentos cada una de las maquinas acabó registrada varias veces.  Un fallo de RedHat Network.  No se toma ninguna medida para evitar registros duplicados.  Registros duplicados implican que con dos licencias es bastante fácil que ninguna maquina pueda registrarse, ni actualizarse automáticamente.

Llamamos a RedHat a ver si nos podían solucionar el problema.  RedHat nos dijo que como las licencias se las habíamos comprado al fabricante, no era problema suyo resolvernos nuestras dificultades.  Que nos pusiésemos en contacto con el fabricante.

La instalación del cluster por mi parte fue un desastre sin paliativos.  Hubo problemas con el sistema operativo incluido que el CD de instalación no era capaz de arrancar la máquina, el sistema de actualización por defecto era incompatible con el proxy, una actualización del cluster era incompatible con los discos SCSI principales de los miembros del cluster, sólo reconociendo el disco compartido.

Yo tampoco me libro de culpa.  Hubo problemas con la instalación del mysql en el cluster por elegir yo una localización no estándar para instalarlo.  Hubo problemas con el apache por la razón que el fichero de arranque que yo escribí era incorrecto.  Hubo problemas con el sistema de compartir ficheros con Windows porque no se me ocurrió mirar el fichero de configuración principal.

Memoria de interacciones con el servicio técnico
Antes de estrenar un sistema operativo es imprescindible asegurarse quien es responsable del servicio técnico y contratar un servicio técnico amplio.  En este caso me hizo falta mucha ayuda para conseguir la instalación del sistema operativo y no fue contratado un servicio técnico completo por lo que hizo falta recurrir a canales especiales.

El primer problema solucionado fue por parte de RedHat que gracias a no comprender yo el sistema de registro de las máquinas, registré ambas licencias en una máquina.  Borraron los datos incorrectos del registro.

El siguiente problema era que el sistema de actualización del sistema operativo no funcionaba con el proxy.  Gracias a la insistencia de mi responsable la multinacional fuimos capaces de iniciar una incidencia con Dell para resolver el problema.  El técnico responsable tardó dos días en resolver la incidencia mandándonos un rpm (paquete de instalación) actualizado para la herramienta de registro.  Pudimos registrar ambos servidores y actualizar el software.

Surgió otro problema.  La herramienta de cluster no hacía más que reiniciarse.  Resulta que había un fallo de configuración en el fichero responsable de arrancar el apache que yo escribí.  Para que funcione el cluster es imprescindible que el fichero de arranque informe del estado del servicio.  Se me había olvidado probar esto.  Intenté abrir una incidencia nueva con el técnico que me solucionó la última incidencia.  No fue posible.  Intenté abrir la incidencia con RedHat.  No pudo ser posible.  Intenté abrir la incidencia llamando al fabricantel.  No fue posible.  Cometí el error de mostrar malas formas lo que no ayudó.  Cuando conseguí que el técnico se ocupase de la incidencia me dijo que la versión de apache utilizada no estaba soportada.  Una simple inspección del fichero de arranque del apache hubiese mostrado el problema ahorrándonos un par de días.

El siguiente problema que surgió fue que uno de los servidores no quiso arrancar cuando puse a prueba el cluster.  Ya me había puesto en contacto con otro técnico ya que me mandó un correo por equivocación referente al Samba y yo tenía problemas también con el Samba. 

Uno de los programas que se ejecutan al iniciarse el equipo es incompatible con el hardware.  Ese programa había borrado el fichero que informa donde están montados todos los sistemas de ficheros.  Como el proceso de arranque funcionaba demasiado rápido para que lo arrancase manualmente no se pudo evitar que se ejecutase ese programa.  El CD de RHEL AS 2.1 no era capaz de reconocer el hardware.  El CD de recuperación que traje el día siguiente no era capaz de reconocer el hardware.  Al final el segundo técnico me dio la solución.  Arrancar con el CD de RHEL AS 3.0.  Esto suposo tres días.

El siguiente problema fue que el primer técnico, gracias a la información de sistema recibida nos informó que el núcleo (kernel) del sistema operativo era antiguado y tenía problemas de seguridad.  Le dije al sistema de actualización de software que actualizase el kernel en ambas maquinas.  Ninguna quiso arrancar.  En una de las máquinas se me ocurrió desinstalar el kernel anterior a ver si eso solucionaba el problema.  El resultado es que hizo falta reinstalar una de las maquinas.

Mis responsables en la multinacional metieron tanta presión que consiguieron que el fabricantel mandase un experto de Linux para reinstalar las máquinas.  Mi calvario había acabado.  Al final pasé de estar metido en una situación demasiada complicada para mis conocimientos de Linux a ser mero espectador de cómo un experto de Linux hacía su magia.  Era fabuloso ver al experto en Linux en acción.

Problemas con la compra de software

  • No sé compró la versión mas reciente del sistema operativo RHEL 3.0 con licencia de cluster.  Las versiones más modernas son compatibles con muchas más configuraciones de hardware.  No comprar la licencia de cluster para el RHEL.
  • No comprar el servicio técnico más completo que había.  Se tuvieron que recurrir a canales extraordinarios para conseguir el servicio técnico que hizo falta para poner en funcionamiento la versión de RHEL que instalamos.
  •  No comprar el RedHat Enterprise Linux Advanced Server directamente a RedHat.  Los fabricantes del sistema operativo tienen mucha más habilidad para resolver problemas con la instalación al ser ellos los expertos que lo han fabricado.

Problemas con el servicio técnico

  • No estaba claro quien era el responsable de proporcionar el servicio técnico.  Se tardó muchos días en averiguar que el fabricante era el responsable.  Hizo falta recurrir a canales extraordinarios para conseguir el soporte.
  • En el soporte técnico del fabricante hacía falta abrir una incidencia nueva para cualquier problema que surgiese y surgieron muchos problemas.
  • Como el servicio técnico se consiguió por canales extraordinarios no era posible abrir una incidencia nueva por teléfono.  Hacía falta contar con la bondad de los encargados de una incidencia para que nos abriesen otra.
  • Nos dieron información incorrecta en algunos casos.  La recomendación de actualizar el kernel se tradujo en que hizo falta reinstalar una máquina lo que es un proceso arduo, especialmente porque algunos programas estaban configurados para funcionar en localizaciones no estándar.  Tengo que admitir que mi falta de conocimientos participó en que fuese necesario reinstalar el miembro del cluster.
  • No solucionaron el problema del apache con el programa de arranque.  Una simple inspección visual hubiese mostrado que estaba mal configurado.
  • No fui capaz de conseguir que el soporte técnico me resolviese el problema con compartir ficheros con máquinas windows (samba)
  • No sabían si el hardware estaba certificado para cluster con el sistema operativo en cuestión.

Problemas con el sistema operativo elegido

  • Al elegirse un sistema operativo viejo los programas utilizados eran menos funcionales que los de una versión más actualizada.
  • El sistema de actualización del sistema operativo por defecto no era compatible con el proxy que había en producción.
  • El CD de arranque del RHEL AS 2.1 no era capaz de arrancar las maquina del cluster en modo de recuperación.
  • Una actualización del kernel no era compatible con el hardware que vendió el fabricante.
  • El código fuente del PHP que venía con la máquina no era compatible con la versión de Oracle elegida aunque esa versión de Oracle estaba diseñada para funcionar en esa máquina lo que hacía imprescindible compilar de fuente.
  • El sistema gráfico se configuraba incorrectamente por defecto.  No existía posibilidad de copiar y pegar con el ratón del servidor y la resolución por defecto era incorrecta.
  • Que yo sepa ninguna versión de Linux permite mantener sincronizados dos ordenadores miembros de un cluster sin considerables habilidades de programación.
  • Un programa llamado kudzu, que busca cambios en el hardware borró el fichero que identifica la relación entre directorios y particiones.

Problemas con el Instalador el sistema operativo

  • Mis conocimientos de Linux no eran suficientes para enfrentarme a algo tan intenso como instalar un sistema operativo anticuado en un cluster.
  • No compilé todo el software en el RAID compartido del cluster.  Hacía falta copiar el código fuente de un ordenador a otro cada vez que se reinstalaba.
  • No compilé el MySQL.  Hubiese sido mucho mas simple tener una versión a medida en el espacio de disco compartido. Además puse la base de datos en una localización no estándar lo que dificulta reinstalar un servidor en caso de crisis.
  • No mostré la inteligencia suficiente para saber que con buenas formas se llega más lejos.

Recomendaciones acerca de estrenar sistema operativo

Para utilizar un sistema operativo desconocido para algo tan complejo como un cluster es imprescindible, si se trata de un Linux, elegir la versión más moderna por las mejoras en el interfaz de usuarios y el reconocimiento de hardware y cualquier mejora en el software.

Opiniones personales

Linux tiene la ventaja de ser un sistema operativo gratis que es extremadamente potente.  En el caso del RHEL AS se paga por el derecho de actualizar automáticamente el sistema operativo, por tener garantías que los componentes del sistema operativo funcionan en la gran mayoría de los casos.  Como se descubrió en el RHEL AS 2.1 las garantías que el software funciona en todos los casos no es absoluta al haber incompatibilidades con el hardware.

Todo el software, incluido el software de cluster del RHEL AS 3.0  es libre.   Cómo siempre se paga por las actualizaciones automáticas y por el soporte técnico.  No hay ningún inconveniente en bajarse el software de cluster e instalarlo.  Repito, se paga por el soporte técnico y por las actualizaciones automáticas y las supuestas garantías de calidad. 

Acerca de futuras compras de RHEL AS que se realicen en todos los casos opino que se han de comprar al fabricante del sistema operativo, en este caso RedHat, no al fabricante del ordenador, por sus mayores conocimientos del sistema operativo.  No conviene ahorrar en el soporte técnico ya que puede ocasionar perdidas de tiempo y sufrimiento innecesario.

El Linux, por su flexibilidad y estabilidad es capaz de asumir cualquier tarea de servidor para el cual haya software diseñado para correr con ese sistema operativo.  Es posible que haga falta programar bastante para mantener los dos miembros del cluster sincronizados, pero el sistema operativo es lo suficientemente flexible para automatizar hasta la sincronización del software. 

Linux es perfectamente capaz de servir páginas Web y para ser un servidor de base de datos.  Para que la experiencia sea lo más indolora posible es recomendable instalar la versión estable más moderna dada sus superiores prestaciones.

Por último hace falta no escatimar a la hora de contratar a alguien para instalar algo tan complejo como un cluster.  Yo creía estar lo suficientemente capacitado y si no hubiese sido por los continuos problemas con una versión anticuada del sistema operativo hubiese podido resolverlo.  No tenía conocimientos suficientes para enfrentarme a crisis.  Para mi desgracia ahora estoy capacitado para enfrentarme exitosamente a muchos más problemas que puedan surgir que cuando empecé con la instalación del cluster.  La principal razón por la cual no se debe de escatimar a la hora de instalar software de este tipo es que los catorce días que estuve trabajando con la instalación del cluster lo recordaré mucho tiempo como estar entre los peores días de mi vida.  Si el instalador está lo suficientemente capacitado se le evitará mucho sufrimiento innecesario.

Andreso